Y tenía que irse todo a la mierda. Había tenido un buen día, me encontré con gente que no veía hace tiempo, tuve un agradable almuerzo, hasta que, suena mi teléfono.
Y claro, como borré su número, no me apareció en el identificador de llamados, y contesté. “me puedes llamar porfa, es urgente”. Y ahí estaba yo, de nuevo, tiritando como una hoja, siendo desagradable a morir con ella cuando lo único que quería era decir te amo. “no me llames más, si me vas a preguntar algo hazlo por correo.”
Y lo único que puedo pensar… ¿Tan poco importé que me llama como si nada hubiese pasado? Del amor al odio hay un solo paso, dicen.
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